El hormigón es probablemente el material más utilizado en la construcción a nivel mundial y para el desarrollo de la más amplia variedad de proyectos. A futuro, uno de los desafíos más importantes es seguir reduciendo el impacto ambiental que puede significar su fabricación. El objetivo: lograr menos emisiones y bajar el consumo de energía.
En el Instituto del Cemento y del Hormigón de Chile (ICH) puntualizan que en nuestro país persisten deficiencias importantes en materia de vivienda e infraestructura. En ese contexto, el cambio climático no solo plantea nuevos retos para mitigar sus efectos, sino que también para diseñar e impulsar proyectos que permitan adaptarse a estas transformaciones. Ante ese panorama, desde la entidad plantean que la construcción en general y el hormigón, en particular, adquiere un rol y una responsabilidad clave para que estas nuevas infraestructuras registren ciclos de vida cada vez más eficientes. “Este reto ha sido recogido en la Hoja de Ruta de la Industria del Cemento con compromisos de reducción de emisiones.
Todo con el objetivo de alcanzar la carbono neutralidad al 2050, en línea con las metas asumidas por Chile en este tema tan trascendente”, resaltan. Los ejes La mayoría de las empresas que fabrican cemento y hormigón han seguido un camino claro: hacer todos los esfuerzos necesarios para reducir la huella de carbono en sus procesos productivos.
Así lo enfatiza Mario Cofré, gerente de Operaciones de una de las firmas socias de la Asociación de Constructores Civiles UC, quien añade que las compañías del sector están empeñadas en lograr dicho objetivo. “Dentro de las iniciativas más importantes implementadas por el sector destacan el bajar el uso de clinker (materia prima para fabricar cemento) en la composición del material; utilizar energía limpia en las plantas productoras, tales como la electricidad proveniente de fuentes eólicas o fotovoltaicas; optimizar el transporte y así reducir el consumo de petróleo en los camiones o incorporar vehículos ‘verdes’; emplear áridos reciclados en sus procesos; hacer cada vez más eficiente el uso del agua para disminuir la huella hídrica; y, por último, implementar las más recientes innovaciones tecnológicas”, subraya Cofré.
En línea con esas iniciativas, desde el ICH explican que en el país son dos los principales ejes que se han trazado: la sustitución de combustibles fósiles tradicionales y su reemplazo mediante la valorización energética de residuos, junto a la incorporación de nuevas adiciones al cemento que permitan reducir el empleo de clinker, el que según los expertos es una enorme fuente de emisión de CO2. “Chile ha sido pionero a nivel internacional en el empleo de cemento con adiciones, lo que ha permitido que el material nacional se posicione entre aquellos de menor huella en el ámbito mundial. Ello, precisamente, gracias a un uso extensivo de puzolana, escoria de alto horno y cenizas volantes”, especifican.
Soluciones innovadoras
No cabe ninguna duda de que la tecnología y la innovación desempeñan un rol fundamental en el propósito de acelerar las metas de reducción de emisiones. Cofré afirma que ambos conceptos unidos permiten desarrollar fórmulas y soluciones avanzadas para satisfacer los requerimientos de los nuevos proyectos, lo que se traduce en el empleo de una menor cantidad de materiales gracias a la aplicación de aditivos y adiciones.
“En este sector, la tecnología y la innovación contribuyen a la optimización operacional de los procesos, ya que permiten disminuir los tiempos de ciclo de los despachos, ya sea con eficiencia logística o aplicando incluso inteligencia artificial. También ayudan a impulsar la industrialización de la construcción gracias al desarrollo de elementos prefabricados, lo que tiene un impacto en la disminución de las pérdidas a raíz de una ejecución más artesanal de las obras. Una serie de avances a los que se suman otros en investigación”, destaca el experto.
Por ejemplo, el ICH está vinculado al Centro de Innovación del Hormigón de la Universidad Católica y desde aquí están impulsando una serie de investigaciones interdisciplinarias de base científico-tecnológica. Según proyectan, puede transformarse en un catalizador de la innovación en la construcción de este relevante material. “Hay temas en los cuales se está avanzando aceleradamente, como el uso de áridos no tradicionales en hormigones y también reciclados, con recaptación de CO2, además de la utilización de subproductos de otras industrias, entre los cuales resaltan las escorias de acero y cobre que presentan un enorme potencial al futuro”, explican los especialistas del organismo.
